Apolo INDIGO

El Índigo protervo

El Bosque de Mateo

Finalmente era una tarde soleada. Cuando Mateo paseando por el bosque, logro encontrarse de nuevo aquel simpático y misterioso amiguito, que ya en ocasiones pasadas había conocido en uno de los claros donde los árboles dejan al descubierto una pradera plana; provista de tranquilidad luz y una calma natural proporcionada por los armoniosos sonidos de las aves en sus rutinas diarias.

Este amiguito tan especial posee un carisma con el que Mateo se siente profundamente intrigado y no logra identificar el porqué. Las primeras veces que mateo paseaba por el bosque fueron para él experiencias fascinantes. —¡Que bien¡, ya son finalmente las vacaciones—.  Mateo se sentía feliz de estar de viaje con sus padres a miles de kilómetros de su tierra natal, lo único que le faltaba para estar totalmente completo eran sus amigos que había dejado al terminar el ciclo escolar. Pero por otro lado, consideraba una excelente idea la de su mama de pasar las vacaciones en una cabaña internada en el bosque, que una de sus amigas le había prestado. Cuando llegaron a la cabaña Mateo no podía creerlo, —¡Es una casa de madera eso solo lo había visto en las películas—! Además, era de dos plantas y justo en la entrada tenía una pequeña escalera para acceder a la puerta principal y entrar en la cabaña, las hiervas que habían crecido producto del abandono de años, hacían que fuera más fascinante, parecía como si fuera una casa surgida de la naturaleza, algunos de los árboles que a su alrededor se encontraban casi fusionaban sus ramas con la madera de aquella construcción polvosa y mágica. Entonces en esa primera vez cuando recién llegados, sus padres se pusieron a «darle una manita de gato a la cabaña» y mientras esto ocurría Mateo decidió dar un paseo por los alrededores de aquella cabaña, después de todo con los sonidos de las herramientas de su padre no podría perderse y continuo su intromisión en el espeso e intrincado sendero que se abría a su paso bajo el dosel de los imponentes frondosos y señoriales árboles, que hacían que no parara de quedarse con la boca abierta. En esa primera ocasión fue cuando descubrió uno de esos claros en medio de la espesa y complicada zona de árboles, que tenía una pradera plana en su mayoría, pero en otras áreas del mismo, contaba con desniveles, relieves que se levantaban formando cubos de terreno como si del videojuego de Minecraft se tratara, aunque esto parecía todo menos algo natural, Mateo no se sentía para nada advertido por semejantes hallazgos, sino solamente fascinado por aquella aventura en un paraíso de abundante y verde vegetación. Después de disfrutar por horas de un cielo nublado y un olor a tierra mojada que le resultaban deliciosos, llego la hora de la merienda, y estaba dispuesto a emprender el camino de regreso, ya que el sol se había retirado para dar paso a las nubes cargadas de agua de verano, en ese momento ya estaba listo para regresar, pero  antes de irse miro hacia su lado derecho y entonces vio un resplandor detrás de los troncos de los árboles, que lo dejo perplejo. La salida de aquel claro quedaba justo enfrente de él, a una distancia de 9 metros, y Mateo se encontraba en el centro de aquel claro en medio del bosque, el cual tenia la forma de una circunferencia perfecta, algo que es absolutamente inaudito, pues las formaciones naturales no generan figuras geométricas ideales , este era un caso increíble,  sin embargo, aquella circunferencia perfecta hacia juego con los cubos en relieve del terreno, formados en algunas partes de aquella pradera plana, en los cuales Mateo se había sentido fascinado jugando, como en su juego de Minecraft, ya que estas formaciones  también eran figuras ideales. Mateo miro hacia el frente y vio la salida, pero luego giro ligeramente la cabeza ya que a tan solo 30 grados y a la derecha de su posición quedaba aquel brillo, y volvió a contemplar aquella luz intrigante que aún seguía en el mismo lugar. No sabía si continuar o retroceder, finalmente se acercó 3 metros en línea recta en dirección hacia el resplandor, se detuvo y empezó a dudar, y los nervios hicieron su trabajo, se preguntó a sí mismo: ­—¿iré a ver que es ó será peligroso?, mama dijo que tuviera cuidado, si pasa algo malo papa se enojara, pero, ¿qué puede pasar?— Mateo camino 1.5 metros mas y volvió a detenerse, su vientre padecía el “revoltijo” inevitable de la incertidumbre y nervios que lo asaltaban, después de 15 segundos en esta nueva posición avanzo 1.5 metros más, la ansiedad era insoportable y los latidos de su corazón pesaban en cada paso, después de otro momento de espera para hacerse con más valor, se acercó hasta el punto en que solo lo separaba del resplandor el tronco grueso de un árbol, puso su mano derecha a la altura de su cara tocando el tronco del árbol y su mano izquierda a la altura de su cintura también tocando el árbol, para apoyarse y de un solo movimiento apresuro el cuerpo para rodear el tronco y finalmente mirar aquello. Cuando lo tuvo frente a el fue el punto máximo de su excitación a grado tal que del miedo casi se desmaya, pero logro mantenerse en pie y al ver que no pasaba nada más, empezó a tranquilizarse de poco en poco, un momento después empezó a examinar aquella anomalía natural.

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